- Categoria: Concerts
- Escrit per Mayca Cruz
Memento Mori + Estricalla + Nasty Pack 23-3-18
La Boite, Lleida
Fotos: Mayca Cruz
Aún con muletas pero decidida a no perderme un concierto que llevaba anunciándose meses, esta vez he intentado cargar la cámara de fotos para dar cuenta de las tres bandas programadas en un cartel de estética minimalista con esa imagen nostálgica y algo dramática que mostraba a dos niños de la mano, escapados tal vez, mirando a un incierto aunque esperanzador futuro y dejando atrás el desolado camino que les devolvería a casa, o quién sabe si a la orfandad de un colegio prisión. Alegoría a los tiempos difíciles, a cualquiera de ellos, en todo caso.
Desde Leipzig, esa culta y elegante ciudad alemana que vio nacer a músicos como Bach, Wagner, Mendelsohn e incluso al infant terrible de Rammstein, Till Linderman, nos vinieron NASTY PACK, joven formación que está rodando por el nordeste español y parte del sur francés en su estrambótica furgoneta blanca, presentando un fresco álbum debut titulado “Separation Songs” que han cotejado con algún tema más de su primera demo y de un 7 pulgadas anterior. Sobre el escenario de una sala Boite aún por llenar, la banda formada por ex miembros de otras formaciones satélites de street punk alemán (Midnight Crisis, Dividing Lines, Alien Placent, Spastix o Shut The Fuck Up) se ha mostrado bien encarrilada ofreciéndonos sus canciones editadas hace tan solo un año, temas con resuello melódico, buena dosis de hardcore a la europea y unas voces sucias que en inglés han sonado bastante bien. El batería nos ha dejado su impronta gracias a su colorista cresta que se veía desde mi remota ubicación en los sofás del fondo, junto a la mesa de sonido.
Era evidente que necesitaría un cambio de posición para tirar fotos con la cámara así que me las arreglé para pedir un taburete cerca de la pista en el que permanecer sentada y a buen recaudo, caso de darse pogos, y ante la inminente llegada de los siguientes en cartel.
Desmantelando el set escénico al completo para montar el propio, ESTRICALLA, iban a tomar el relevo. Mientras esto ocurre “figuradamente” ahora, os cuento algunas notas de interés. El nombre de esta banda (sin K, sin Z, ni nada que nos haga figurarnos su origen vasco) es en realidad un vocablo en lengua aragonesa que significa “destruye” y es que Fernando Sapo ( ex El Corazón del Sapo), su vocalista, es de Zaragoza. El resto proceden de Irun que es donde la banda tienen su asentamiento. Autoproclamados “Crass Punk Outsiders” - tal vez por sus filias con la banda punk anarcopacifista Crass - esta banda de largo recorrido y esencia transgresora desde un prisma sociopolítico son más que un grupo de proclamas y actos simbólicos que se amparan en la música como vehículo para lanzarnos sus mensajes. Como leía en algún lugar “no usamos la música para hacer política sino que usamos la política para hacer música” Y es que justamente eso es lo que pude constatar al verles actuar la pasada noche y por primera vez: muy buenos temas, fiereza instrumental, energía escénica elevada a cotas del desuello, cambios de ritmo que vaticinaban un respiro engañoso, siempre postergado, intros extrañas con discursos ininteligibles, un registro vocal para quitarse el sombrero y algún que otro giro “doom" en las cuatro cuerdas que honraba a la esencia del rock pesado, además del paradigmático hardcore apuntalado en letras de gran carga social y muy actuales. Todo ello bañado en ese rojo sanguíneo de los focos de La Boite - los odio, de verdad - que hacían inviables las fotos sin flash. ESTRICALLA poseen tres discos editados, todos con unas portadas que remiten a antiguas imágenes de deportes, tal vez en un intento por ligar dos conceptos poco vistos en la escena musical y tal vez porque nada como las élites deportivas para simbolizar la lucha, el reto y la superación de los límites. Algo que en lo político y en lo musical la banda vasca tienen mucho que contar.
Dicho esto, para describir su actuación necesito remitirme a mis impresiones visuales. Yo estaba en el lado izquierdo del escenario, tras la columna del altavoz preparando la cámara, sentada en el taburete que tal gentilmente me trajo el amigo Panxo. La música del intervalo se hacía soportable en volumen. Pero nada más arrancar el primer tema me tuve que retirar súbitamente, tal era la envergadura de los watios que salían de allí. Me refugié en un recodo así que perdí parte de la visibilidad inicial y como no me era posible avanzar sin las muletas me quedé algo corta para las tomas. Pero no importó gran cosa. Fer, el cantante, no iba a quedarse en la tarima. Encapuchado, oscuro y rápido como una araña saltando sobre su presa, dio todo el concierto abajo, delante del público, a veces penetrando hasta media sala, ligado a su banda por el largo cordón umbilical que le conectaba a su PA. Tenía un ritmo arrollador y una manera de danzar que me recordaba a un acelerado ejercicio de abductores con sacudidas de cabeza. Electrizante y cautivador a la vez. Las canciones eran tan seguidas que apenas había aplausos entre ellas. No había tiempo para ovacionar. Los presentes parecían algo intimidados y se distanciaban del vocalista…eran como moscas asustadas. Pero luego el guitarrista les dijo, acercaos…y el espacio se rellenó con sus greñas y calvas. Pronto aquello tomó un cariz distinto, y el concierto subió el tonelaje con un público tan entregado como alucinado. Había un algo catártico en aquella exhibición de energía y en la manera que los músicos lidiaban con los temas. Imaginaos, cuentan que durante un concierto en Vitoria el propio Jello Biafra (sí, el de los Dead Kennedys que tuvimos la enorme suerte de tener en directo en Lleida hace un par de años) se arrancó a cantar un estribillo con ESTRICALLA sin que ellos supieran quién era el loco aquel que se subió de pronto al escenario - y fruto de ese encontronazo surgió una colaboración para un tema del “Triple Atraco Mortal”, su tercer y último disco de estudio, el que nos presentaron la pasada noche.
Exhaustos - el pelo del batería era un penacho de sudor inclasificable - se marcharon tras bambalinas y dieron paso a nuestra particular y más prestigiosa muestra del Hardcore patrio: MEMENTO MORI H.C. En Lleida no necesitan presentación pero por si acaso esta crónica es leída fuera y más allá del territorio catalán, donde ya son bien conocidos, vamos a apuntar algunos datos biográficos previos. La banda proviene de un pasado ligado desde sus orígenes al hardcore y al punk, de una banda como La Carnicería - de la que por cierto atesoro un cd plagado de demonios regalo del promotor Jaume Aos quien, dicho sea de paso, se le ha echado en falta en este concierto - y de algunas otras formaciones extintas. No es hasta el año 2010 que se juntan cuatro amigos y se plantean un nuevo nombre y proyecto. Su actual formación la constituyen el veterano Miki Memento a la voz, Coli Padulles Ribalta a la guitarra, Oriol el “Tarro” a la batería y Josep Manel al bajo, el último en alistarse. Tras una demo y un primer Ep “Mala Llet 100% cat” editan finalmente su larga duración “Terra Ferma” con el que completan un repertorio de diecisiete audaces y potentes temas cantados en catalán. Ganadores de una de las ediciones del Pepe Marin Rock su presencia en los escenarios leridanos y del territorio nacional han ido en aumento convirtiéndose en una se las bandas con mejor directo y capacidad de convocatoria de nuestra ciudad.
Mientras Miki salía al escenario para colgar la bandera del Hardcore Hooligans y el bajista Josep se afanaba en aclarar sus cuerdas, yo me dedicaba a charlar con Pancho quien esa noche se encargaba de las cuestiones pecuniarias de las bandas. Así me entero de algunas cosas de los para mi hasta entonces desconocidos vascos. El público se arremolinaba ya en torno al escenario, esta vez sin mayores reservas pues se saben las canciones y están dispuestos a liarla.
Yo me agarro bien al taburete y empiezo a mirar por el objetivo intentando sortear algunas cabezas que se han puesto por medio. Distingo claramente a Carles, a Domenec y a tantos otros conocidos que no se quieren perder detalle. A mi espalda, como queriendo protegerme de una caída fortuita, la dulce Naomí que no le quita ojo al bajista y delante revoloteando como una mariposa con un móvil en la mano, Ana Terror, que hace su reportaje para casa. Ellas son sus chicas así que no hay nada que objetar. Miki se instala ante el micro y posa sonriente para mi cámara.
La envestida es brutal. No hay resuello ni pausa. Tema tras tema la carga incendiaria del hardcore leridano invita a la reflexión y a la causa. Hay además una gran dosis de diversión pues son músicos que en casa no muestran esa solemnidad ni ese énfasis en la provocación - aunque esto no les resta coherencia con sus letras - sino que se saben apreciados y quieren darlo todo en el terreno musical. Coli y Josep bajan al suelo, piruetean con sus instrumentos haciendo que el público quiera arroparlos o acaso alzarlos. De hecho ocurre, y el guitarrista es aupado por algunos y llevado como en procesión durante unos segundos. El Tarro golpea la batería marcando el paso y de pronto todo cobra un sentido místico. Veo las cabezas, los cuerpos que instintivamente se mueven bruscos pero ligeros, luces crepitantes que cambian - ahora si dan juego los focos de arriba - bañando el torso desnudo de un hombre tatuado que delira y canta… veo abrazos, veo gente sonriente y hermanada, veo una Lleida menos distante y más auténtica.
No me quedé con el setlist pero no importa, se que sonaron "Ball de Bastons", "Fins al collons", "Som majoria", "Comunicació"…entre otros nuevos temas que irán a parar a un próximo disco en ciernes, y por supuesto sonó esa hímninca "Revolta" que es ya un clásico y cuyo estribillo nos convertía a los allí presentes en el coro perfecto que da voz a un “momento” en que todos nos sabemos iguales porque todos moriremos. Memento Mori. Recuerda.
Gracias al amigo Ramon Giskeätten por acercarme al bolo y devolverme a casa en coche.